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publicado en il sole 24 ore el 25/05/2011

Durante mucho tiempo, la idea dominante respecto a la desigualdad era que su evolución podía representarse como una U invertida: crece en las primeras fases del desarrollo para disminuir en las fases más avanzadas. Esta teoría llevaba a considerar legítimo un aumento de la desigualdad cuando el desarrollo estaba en fase de despegue. El gran economista Albert Hirschman ponía como ejemplo la metáfora del atasco: si estamos atascados en la autopista y vemos que el automóvil del carril adyacente comienza a moverse, también nosotros nos alegramos porque pensamos que en breve nuestro carril también se moverá.
[fulltext] => Durante mucho tiempo se ha creído también que existía un compromiso necesario entre equidad (igualdad) y crecimiento (eficiencia): al estar distribuidos los talentos de manera desigual entre la población, había que dejar que unos pocos pero muy eficientes crecieran por encima de la media. Los efectos de este mayor crecimiento de unos pocos repercutirán también en los más pobres, en forma de transferencias, impuestos y bienes públicos y meritorios (educación, sanidad, bienestar, etc.).
En realidad, de acuerdo con el último informe ISTAT sobre el sistema país, que afirma que el riesgo de pobreza o exclusión social se cierne sobre unos 15 millones de italianos (24,7%), estas teorías no parecen contar la historia real. Después de una fase de disminución, la desigualdad ha comenzado a aumentar nuevamente en las últimas dos décadas. Italia es hoy uno de los países europeos con un índice de desigualdad más alto (índice de Gini). Además, datos procedentes de distintos países muestran que la relación entre crecimiento y desigualdad es compleja y muchas veces conflictiva.
En las sociedades sencillas y estáticas, como la italiana hasta hace unas cuantas décadas, el estado y la familia desempeñan los papeles principales en la creación y redistribución de la riqueza. La fase de aumento del “tamaño de la tarta” (eficiencia) podía ser más importante que la del “reparto de los trozos” (equidad). Pero lo que dice la historia reciente de la sociedad italiana post-moderna es que en un contexto más dinámico, con menos familia y menos estado, ya no es cierto que el aumento de la tarta haga que el tamaño de todos los trozos sea más grande. De hecho, por una parte, en los últimos 20 años la parte de la renta producida que se destina al trabajo (salarios) ha disminuido mucho con respecto a la parte de la renta financiera y de la renta en general (debido también a decisiones fiscales concretas). Por otra parte, si la pobreza relativa aumenta, como ocurre en Italia, sobre todo entre las familias jóvenes, es fácil comprender que el consumo se resiente seriamente y con él el crecimiento del país. Entonces ¿qué se puede hacer?
En los años 50 y 60 la Italia del milagro económico supo incluir a millones de personas que hasta entonces se habían quedado en los márgenes de la vida económica y por lo tanto civil. La fábrica, la inmigración y el estado social desempeñaron conjuntamente una función de reducción de la desigualdad sustancial, de la pobreza absoluta y relativa y de aumento de la riqueza nacional e individual. Pero este milagro, a la vez económico (crecimiento) y ético (inclusión e igualdad), fue posible también y sobre todo porque a todas las personas se les garantizaron unos servicios sanitarios básicos, educación, pensiones y derechos humanos. Hoy, en una sociedad post-moderna y fragmentada, estos servicios y derechos básicos cada vez están menos garantizados, y sin embargo tenemos que empezar a afirmar con energía que deben convertirse pronto en derechos humanos universales. Pensemos en los nuevos pobres, en los inmigrantes, en los ancianos dependientes sin red familiar, en las familias jóvenes con niños.
Sin este aumento de la igualdad sustancial entre los ciudadanos, el crecimiento no puede recuperarse, porque falta no sólo la demanda de bienes de consumo, sino también el entusiasmo y la alegría de vivir de los jóvenes, sin los cuales ningún país ha crecido nunca. Cuando pasa algún tiempo y el carril del vecino sigue corriendo y el tuyo permanece parado, los automovilistas comienzan a pasarse al otro carril, el tráfico se complica de nuevo, se crean nuevos atascos y a algunos les entra la tentación de pasarse ilegalmente al carril de emergencias.
Para terminar – como demuestra el nuevo “Better Life Index” que ayer hizo público la OCSE – los estudios sobre la desigualdad y la pobreza deberían revisarse en profundidad, teniendo en cuenta las conquistas de la ciencia económica. En primer lugar, como ya adelantamos, en la medida de la pobreza y la desigualdad hay que añadir los bienes públicos a la renta individual y familiar, ya que tener 1.000 euros en Trento (con guarderías, transportes públicos eficientes, hospitales cercanos y con buen funcionamiento, etc.) es muy distinto que tenerlos en el interior de la Basilicata. Además, como nos ha enseñado sobre todo Amartya Sen, la pobreza y la riqueza no son tanto cuestión de renta y de bienes como de capacidad de hacer, de capacidad de transformar los recursos, pocos o muchos, en actividades, libertad y desarrollo.
Todo esto nos vuelve a llevar al tema de las relaciones, de los lazos que mantienen unida a cualquier ciudad y a cualquier país y que hoy en Italia se están debilitando cada vez más. Sin crear un vínculo llamado nuevo pacto social, no será posible reducir la desigualdad ni aumentar la riqueza nacional.
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Disponer de bienes es indispensable para el bienestar, pero un exceso de riqueza puede conducir a una degradación de las características relacionales y ambientales. Lo explica 


participó en su inauguración).

Genevieve Sanze era quien debía llevarlas y decir una oración durante el ofertorio, pero ella me pidió que lo hiciera yo. Y yo, pillado de improviso, cuando traté de abrir la boca para decir más o menos "Señor, acoge estas firmas que son la vida que ofrecemos para que pueda extenderse en Africa una economía de comunión…”, me bloqueé y no conseguí hablar debido a la fuerte emoción que me embargaba.
Se han dibujado algunos proyectos concretos a iniciativa suya. En uno de ellos, en Burundi, el Bangko Kabayan entrará como socio en un programa de micro créditos, comenzando de esta manera su primera actividad fuera de Filipinas.
La fiesta fue estupenda y muchos de los invitados (John y su mujer Julie, Giampietro, Leo y Anneke, Teresa, su marido Francis y su hija Alexandra) participaron con números artísticos.
Debemos invertir en Africa. Hay necesidad y entusiasmo. Estos pueblos más “jóvenes” (aunque estamos cerca del valle del Rift) tienen un hambre de vida y de futuro que es la precondición para comprender la EdC y antes aún el carisma de la unidad de Chiara Lubich. Si falta esta “hambre” no cabe esperar que nadie pueda entender el carisma. Aquí la gente quiere vivir. Me ha impresionado ver cuánto les gusta estudiar a los jóvenes de aquí. Para ellos entrar en la universidad es la empresa de su vida, porque significa futuro. Se ven jóvenes estudiando por la calle, bajo las farolas, porque no todos tienen luz en casa … (y pensaba en nuestros estudiantes, muchas veces desganados porque lo tienen todo y se les ha apagado el deseo). Sin este deseo y hambre de futuro nuestro movimiento no puede crecer.
a las mujeres de los evangelios y de la Biblia, con su amor concreto por Jesús por los apóstoles y por los profetas. Africa habla mucho de mujeres (¡he comprendido por qué algunos han propuesto que se les de el Nobel de la paz a las mujeres de Africa!), porque en ellas se concentran las heridas más grandes y las mayores bendiciones de estos pueblos (incluidas nuestras focolarinas).
La economía es especialmente difícil, ya que encierra todas las contradicciones y heridas de estas tierras que han sido saqueadas sin piedad, en personas y recursos, durante siglos y lo siguen siendo todavía hoy. Se nota que los africanos tienen un gran deseo de “retomar el destino de Africa en sus manos” y aunque el Movimiento de los Focolares ha actuado de manera verdaderamente distinta a otros, con un verdadero trabajo de inculturación y de servicio a Africa, las heridas se perciben también aquí.
El carisma es como un mapa, que nos hace afrontar lo desconocido con la fundada esperanza de poder encontrar un “Nuevo Mundo” (aunque sea buscando tal vez las Indias). Pero el verdadero mapa lo dibujó Colón a su regreso. La economía de comunión africana sólo la podrán realizar los africanos, pero ahora hay que ponerse en marcha con la EdC que nace de un carisma. Después harán falta marinos, carabelas y capitanes, pero sobre todo la añoranza del mar (¡del mundo unido!), el deseo de partir a buscar un nuevo mundo. Sin esta añoranza nunca se acaba de partir. Así pues, “mapa” y “añoranza del mar”.
Aunque pueda parecer extraño, la esperanza es, o por lo menos debería ser, una virtud del mercado. Ya sabíamos que la esperanza era una virtud, concretamente una virtud teologal, como la fe y la caridad. Según la tradición cristiana occidental en estas tres virtudes, en cierto sentido, se fundamentan las demás virtudes (valor, templanza, fortaleza, prudencia …).
son también momentos propicios para hacer balances y trazar perspectivas. La EdC está viva y crece en la historia de hoy, entre las crisis y las esperanzas de nuestro tiempo. La propuesta que hizo Chiara de crear en primer lugar empresas y parques empresariales y después (en mayo de 1998) todo un movimiento cultural que diera “dignidad científica” a la praxis, no cayó en el vacío. Fue recogida por miles de personas, muchas de ellas dentro del Movimiento de los Focolares y otras, sobre todo últimamente, fuera de su seno. Un pueblo de personas diversas, unidas por el deseo de cultivar la tierra para que la semilla del carisma de la unidad, sembrada en el campo de la economía moderna, crezca siguiendo la ley inscrita en su ADN y produzca los frutos típicos del carisma recibido por Chiara como don para la humanidad de hoy y de mañana.