No hay EdC sin Africa

Diario de viaje – capítulo 3°, Conclusion Conferencia CUEA, 29 de enero de 2011

por Luigino Bruni

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El acontecimiento central de la última jornada de la conferencia ha sido la firma del convenio entre Economy of Communion  y la Universidad Católica para desarrollar conjuntamente la EdC en los próximos años. Ha sido un momento verdaderamente solemne, fuerte, simbólico y lleno de significado. El día anterior el Nuncio había celebrado una liturgia con toda la universidad. 

Yo no sé cómo serían las liturgias de los primeros cristianos de Antioquía, ni las de Francisco de Asís, ni he asistido a liturgias en los Andes o en Australia, pero creo que es verdaderamente difícil imaginar misas más hermosas que las que he visto aquí. Bastarían la danza inicial con la se abren las liturgias oficiales y los cantos en lengua tradicional para que estas liturgias ya fueran espléndidas. La misma solemnidad de las misas es la que hemos encontrado en la firma de este pacto por parte del rector, Prof. Maviiri y mía. Era una firma seria, comprometedora, un pacto o covenant (alianza, como en el Génesis), que nos compromete aún máscon Africa para los próximos años.

El compromiso que hemos adquirido juntos consiste en asegurar la realización de dos cursos (de 3 semanas) sobre la EdC, uno para los estudiantes de master y otro para todos, a partir de este mes de julio. La idea es desarrollar cada vez más esta colaboración, involucrando también al  Instituto Universitario Sophia (el Rector110128_Nairobi_66_rid participó en su inauguración).

En mi breve discurso oficial, he dicho tres cosas:

1. No hemos venido a Africa para dar recetas sino atraídos por la vida que ya existía aquí, sobre todo en nuestras comunidades que llevan 50 años en Africa y se han extendido por todos los países. Hemos venido como una respuesta de amor a un gran amor por Africa, que se extiende a todos los que (a veces por un deseo implícito o explícito de reparar los muchos dolores provocados por Occidente) han venido a lo largo de los siglos a estas tierras morenas.

2. Todavía no sé si la EdC será útil para Africa. Lo que es seguro es que Africa ha sido muy importante para la EdC, porque nos ha permitido comprender mejor aún las potencialidades y características de la intuición de Chiara Lubich.

3. "No EdC without Africa" [ninguna EdC sin Africa] han sido mis palabras finales, invitándoles a los actos que tendrán lugar el próximo mes de mayo en Brasil, con ocasión del 20º aniversario del proyecto, para que la presencia de Africa en la red mundial de la EdC sea aún más visible.

¿Qué aporta este viaje a la EdC? Hay algunas realidades que resaltan con fuerza.

En primer lugar que la principal manera de aliviar la pobreza extrema que propone la EdC no es primariamente la redistribución de la riqueza (tomar de los ricos para dar a los pobres) sino la creación de nueva riqueza, incluyendo en el proceso a las personas con dificultades. Se trata de aumentar las tartas, no solamente de cortar de forma distinta los trozos de una determinada tarta.

En segundo lugar, la EdC se muestra cada vez más como una visión económica abierta a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sobre todo ahora que aparece también en la encíclica.

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Además ha sido fuerte, en ese contexto, comprender de nuevo que la EdC necesita para funcionar una relación directa con la pobreza. Cuando Chiara Lubich la lanzó, impresionada por la corona de espinas, por la pobreza que encontró en Sao Paulo y en Brasil en general, lo primero que hizo fue llamar a la comunidad brasileña a hacer algo más para resolver aquel escándalo. Entonces Brasil se puso en marcha, pobres pero muchos, construyendo el primer parque empresarial, alcanzando las 100 empresas... porque la EdC estaba vinculada (hoy tal vez menos directamente en Brasil) a un problema evidente y directo de pobreza. Si falta este contacto directo, las empresas de la EdC no terminan de entender el sentido de lo que hacen. Además, no puede ser suficiente recoger dinero en Europa para usarlo en otras partes del mundo dentro de nuestro movimiento, porque ese es un vínculo demasiado blando, al menos con el paso de los años.

Entonces ¿qué podemos hacer? De momento conseguir que sea más evidente el vínculo entre la actividad de todas las empresas y algunos proyectos (más ambiciosos y más grandes) que la EdC en su conjunto lleva adelante en el mundo. Después de 20 años, los micro proyectos no son suficientes para mantener viva en los empresarios la pasión que les impulsa a donar buena parte de los beneficios. Hay que hacer algo más y en mi opinión con mayor decisión. Hay que relanzar en los empresarios de la EdC del mundo entero una nueva época de creatividad para descubrir los distintos tipos de pobreza (no solo material) de sus ciudades y hacer algo directamente por ellos, tal vez juntos.

La EdC nace porque un mundo dividido en personas necesitadas en un lado y personas opulentas en el otro no puede ser "un mundo unido" (el carisma de la unidad de Chiara Lubich). Por ello la EdC siempre tendrá una mirada especial sobre la pobreza (y sobre la riqueza no compartida, que es otra forma de “miseria”) y no solo en algunos países del mundo.


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