ABCDEconomía de Luigino Bruni
Interés. Lo contrario del beneficio personal
publicado en el semanario Vita del 3 de abril de 2009
Una guía para redescubrir las palabras clave de la acción económica después de que los mitos han caído y las burbujas se han desinflado. El “diccionario” de Luigino Bruni llega a su octava palabra. Las palabras analizadas hasta ahora son: Felicidad, Beneficio, Mercado, Banca, Inversión, Responsabilidad y Reglas. Esta semana Luigino Bruni concluye el razonamiento que comenzó la semana pasada sobre una palabra tan decisiva como delicada: Interés.
Interés es una palabra con doble significado. Por lo menos en economía la palabra interés se usa para hablar de dos realidades distintas. El primer significado es el del interés del dinero, como explicamos la semana pasada.
Cuando comenzó la modernidad, los préstamos con intereses estaban prohibidos. Los motivos principales de esta prohibición eran de tipo filosófico y teológico, basados en la idea de que el dinero es estéril por naturaleza. Después, gracias al desarrollo del comercio y de los mercados, a finales de la Edad Media comenzaron a usarse préstamos para inversiones productivas y se hizo moralmente lícita la petición de un interés sobre las cantidades prestadas, ya que se consideraba como una remuneración por la participación en el riesgo de la empresa.
ABCDEconomia "Interés" - 2a parte (original italiano)
Pero la palabra interés tiene otro significado que remite a los motivos de la acción económica. Habitualmente se dice que uno actúa en economía movido por intereses personales, movido por lo que Adam Smith llamaba “autointerés” o beneficio personal. A finales del siglo XIX escribía uno de los economistas italianos más importantes, Maffeo Pantaleoni: lo que hace que «el barrendero barra las calles, la modista confeccione un vestido, el conductor de tranvía pase 12 horas de servicio en el tranvía, el minero baje a la mina, el agente de bolsa realice operaciones, el molinero compre y venda trigo, el agricultor cave la tierra, etc», es el interés económico y desde luego «no el honor, ni la dignidad, ni el espíritu de sacrificio, ni la esperanza en una compensación paradisíaca, ni el patriotismo, ni el amor al prójimo, ni el espíritu de solidaridad, ni la imitación de los antepasados o el bien de los descendientes».
Aun reconociendo el realismo de esta tesis del gran economista italiano, debemos recordar al mismo tiempo que buena parte de la economía social y cívica de hoy (y de ayer) nos dice que la búsqueda de la “dignidad” propia y ajena, “el amor al prójimo” y “el espíritu de solidaridad” pueden ser motivaciones válidas también para la acción económica, si bien no pueden ser su única motivación. Un proyecto económico dura en el tiempo si, además de responder a intereses generales y al bien común, responde también a los intereses de aquellos que promueven esa actividad y trabajan en ella. El interés personal y el bien común, la dignidad propia y ajena, pueden y deben convivir en una buena sociedad. Una sociedad empieza a decaer, también desde el punto de vista económico, cuando empiezan a ponerse en contraposición los intereses individuales y los intereses comunes. Hoy, en la sociedad y en los mercados, no hay que temer a aquellos que tienen intereses personales o buscan su propio beneficio cuando operan en la economía y las finanzas.
Una de las funciones de la economía es la de asegurar a las personas su propio beneficio, ponerlas en condiciones de alcanzar sus intereses. Esta es una función noble y digna. Ciertamente una economía compuesta solamente por buscadores de intereses individuales no puede construir una buena sociedad, pero ninguna sociedad es posible sin personas que expresen su interés o sus deseos. De hecho, también puede entenderse el interés como: esta actividad “me interesa”, estoy “interesado” en ella. Lo contrario de “interés” no es el altruismo o la benevolencia, sino el “desinterés”, que suena a “apatía” e “indiferencia”. Cultura es también saber redefinir las palabras de uso diario. Saldremos de la crisis si aprendemos a interpretar los intereses como deseos y a leer nuestros intereses desde los intereses de los otros.
La semana que viene, en ABCDEconomía, la palabra “Organización”