ABCDEconomía de Luigino Bruni
Reciprocidad. El intercambio sin engaño
publicado en el semanario Vita del 17 de abril de 2009
Una guía para redescubrir las palabras clave de la acción económica una vez que los mitos han caído y las burbujas se han desinflado. Hasta ahora se han analizado las siguientes palabras: Felicidad, Beneficio, Mercado, Banca, Inversión, Responsabilidad, Reglas, Interés y Organización. Esta semana le toca el turno a «Reciprocidad».
La reciprocidad es, probablemente, la norma social con más relevancia para la vida cívica. Podemos leer toda la dinámica de la vida en común, de lo micro a lo macro, como una red de relaciones muy diversas entre sí pero que tienen como denominador común alguna norma de reciprocidad.
Reciprocidad viene del latín rectus-procus-cum, “lo que va y vuelve de uno a otro”.
ABCDEconomía "Reciprocidad" (original italiano)
Hay distintas formas de reciprocidad. Las comunidades humanas - desde la familia hasta la nación – crecen cuando en ellas prevalecen las formas “positivas” de reciprocidad, las que producen cooperación y desarrollo cívico (contratos, mercado, mutualidad, amistad, amor) y cuando no predominan las formas destructivas o “negativas” de reciprocidad (conflictos, guerras, venganzas, represalias).
Hay dos grandes tipos de reciprocidad: directa e indirecta. La reciprocidad directa es la que va de A hacia B y de B hacia A. Una persona (A) hace o da algo a otra persona (B) y ésta responde a la primera persona. El intercambio que se produce entre A y B puede tener un valor equivalente y en ese caso nos encontramos ante la forma de reciprocidad típica de los contratos. Pero también puede ocurrir que su valor no sea equivalente y entonces nos encontramos con otras formas de reciprocidad como, por ejemplo, la amistad.
En cualquier caso, la respuesta de B hacia A debe ser considerada apropiada por A (aunque no sea equivalente), si se quiere que la reciprocidad pueda durar en el tiempo y afirmarse como norma social.
La reciprocidad es con frecuencia una interacción repetida. El hecho de que sea apropiada es condición necesaria para que la relación dure en el tiempo, puesto que si una de las partes siente que la otra se aprovecha de la relación, la reciprocidad deja de ser sostenible.
Hay también otras formas de reciprocidad muy relevantes para la vida social. Son las formas de la reciprocidad indirecta.
La reciprocidad indirecta tiene una estructura doble. La primera va de A hacia B hacia C. A actúa en relación con B; esta acción de A produce efectos sobre la manera en que B trata a un tercer sujeto C, sin que entre C y A exista relación directa.
En el ámbito familiar, esta estructura relacional se encuentra en la base de buena parte del proceso educativo. Pero muchas dinámicas internas en las organizaciones dependen también de la reciprocidad indirecta que se encuentra en la base de la cultura organizativa que se crea con el tiempo y de la cooperación espontánea.
Por su parte, la segunda forma de reciprocidad indirecta es la que va de A hacia B y de C hacia A. A se comporta de una determinada manera con B y un sujeto externo, C, que observa la primera acción de A hacia B, se ve influenciado por ella en su relación directa con A.
Este tipo de dinámica es muy importante para la vida económica más corriente. Pensemos por ejemplo en un cliente (C) de una empresa (A) que interprete la acción realizada por ésta a favor de un proyecto social (B) como un medio para aumentar sus beneficios. Este cliente podría llegar a penalizar la acción “social” de la empresa.
Gran parte del éxito de las campañas de responsabilidad social depende de la lectura que los distintos portadores de interés (stakeholders) hacen de las intenciones de sus protagonistas. Los seres humanos somos los únicos animales capaces de atribuir un sentido a las acciones propias y ajenas. Por eso la reciprocidad no juega solo en el campo de las acciones, sino también en el de las intenciones. Los hechos “objetivos” no nos bastan, queremos comprender el mensaje relacional y motivacional que estos incorporan.
Palabra para la semana que viene: Capital