Entrevista a Luigino Bruni
por Diego Motta
publicado en Avvenire el 3/04/2014
El Premio Nobel Amartya Sen decía que «el homo oeconomicus puro está muy cerca del idiota social». Estas palabras podrían ser suficientes para presentar la Escuela de Economía Civil de Loppiano, un proyecto que se propone como un laboratorio de formación permanente para aquellos que tienen en el corazón una visión "alta" del hombre y de su acción social y económica.
Tras los empresarios y directivos, ahora el reto es poner en el centro de los programas de formación a los centros educativos, empezando por el escalón más alto: los profesores. Hasta el 10 de abril estará abierto el plazo de inscripción en el primer curso dirigido a profesores de secundaria y bachillerato que quieran introducir la economía civil dentro de sus programas educativos.
«En un mundo en el que las finanzas y la economía tienen un peso enorme, como demuestra la crisis que todavía estamos viviendo, es necesario estudiar para ser libres» sostiene uno de los fundadores de la escuela, el profesor Luigino Bruni.
Estudiar no es sólo para los jóvenes estudiantes, sino también para los profesores...
Exacto. Este es el primer curso que organizamos para profesores de secundaria y bachillerato interesados en la economía civil. Estamos preparando un manual ad hoc para los libros de texto y queremos hacer partícipe al público más amplio posible. No sólo a los que enseñan economía sino también a los profesores de lengua, historia y religión. Nuestro reto es el humanismo civil.
¿Por qué empezar precisamente por la escuela?
Después de la segunda guerra mundial, Italia sólo salió de los escombros gracias a un gran proyecto educativo. Del mismo modo, hoy no conseguiremos salir de esta crisis sin un nuevo y gran proyecto que vuelva a poner en el centro la dimensión educativa, apostando en primer lugar por la comunidad educativa. Para hablar de finanzas los conocimientos técnicos no bastan. Hace falta una visión nueva. Debemos crear desde abajo una vía italiana a la economía.
En las universidades en las que usted enseña, ¿qué sensibilidad hay hacia estos temas?
Cada vez más. Por fin nos sentimos escuchados. No hay duda de que es necesario seguir trabajando mucho, pero en un momento como este quienes quieran colaborar en Italia, desde una cátedra universitaria hasta el departamento de producción de una empresa, saben que el camino pasa por juntar piezas e historias distintas. Construir y no destruir. La tentación de encerrarse en modernas torres de Babel puede ser fuerte para algunos, pero para ganar hace falta que los talentos se dispersen de forma fecunda.
Es una respuesta a la cerrazón muchas veces autorreferencial de muchas élites pequeñas...
Nuestro sueño es volver a las plazas. El tercer pilar de nuestra escuela, después de la formación y la empresa, tiene que ver con el mundo de los jóvenes. Queremos abrir una escuela popular de economía para todos. Hay que construir una alianza con las nuevas generaciones, que sepa valorar de verdad el "genius loci" de este país.
El programa es muy denso y no contiene sólo teoría. La cita es para los días 8 y 9 de mayo en la sede de la Escuela de Economía Civil en Incisa Val D’Arno. Pero antes es necesario inscribirse antes del 10 de abril (para más información visitar la web www.scuoladieconomiacivile.it). Abrirá los trabajos Silvia Vacca, presidenta del consejo de administración de la escuela. Después será el turno de Luigino Bruni, quien ilustrará las raíces históricas de a economía civil desde el monacato hasta los distritos industriales. Por la tarde Stefano Zamagni abordará las perspectivas de esta nueva vía al desarrollo. La fórmula será el diálogo entre el público y los profesores. Al día siguiente, sor Alessandra Smerilli introducirá la necesidad de formas de cooperación, mediante un innovador experimento didáctico. El curso intensivo va dirigido a profesores de secundaria y bachillerato de toda Italia.