PIB “negro”, fuera del bien común

PIB “negro”, fuera del bien común

Comentario – Decisión que reniega de los fines de la economía

por Luigino Bruni

publicado en Avvenire el 29/05/2014

Eurostat ridSiempre hemos sabido que el Producto Interior Bruto no mide mucho y que muchas de las cosas que mide las mide mal. Desde estas páginas lo hemos repetido a menudo y gustosamente. Pero a nadie se le ha ocurrido eliminar el PIB para dar lugar a otros indicadores de bienestar, porque si bien la democracia tiene una creciente necesidad de más indicadores económico-sociales, sigue siendo importante tener un indicador de la producción de bienes y servicios de un país. El PIB está lleno de datos que dicen poco sobre nuestro bienestar o dicen exactamente lo contrario (por ejemplo, en los juegos de azar).

Pero, hasta ahora, toda esta gran cantidad de datos de signo ético contradictorio, se movía (o al menos así queríamos que fuera) dentro de los limites marcados por la legalidad. Según lo anunciado esta semana, si se avanza en la dirección indicada por Eurostat,  además de la conocida ambivalencia de esos datos tendremos también un cambio de naturaleza: el PIB dejará de tener vínculos con la vida civil y con la esfera moral.

Si de veras se incorporan al PIB actividades criminales (como el tráfico de drogas, la explotación de la prostitución y el contrabando), la variación de este indicador no nos dará ninguna indicación sustancial y será ejercicio inútil alegrarse porque vuelva a estar en zona positiva. Los primeros que deberíamos entristecernos por este importante cambio somos nosotros, los economistas, una categoría que, en cambio, brilla muchas veces por su cinismo y por considerar que estos temas son cosas de moralistas nostálgicos, un poco ingenuos y tal vez no demasiado inteligentes. Por el contrario, deberíamos entristecernos y protestar mucho, porque un PIB así pierde todo contacto con la gran tradición de la ciencia económica. Y no sólo con la Economía Civil de Antonio Genovesi, esto es obvio, sino también con la de Adam Smith, una tradición que ha considerado siempre la producción de bienes y servicios como algo éticamente bueno en su conjunto. No protestar hoy con fuerza contra esta innovación incivil implica de hecho ratificar y aprobar la salida de la economía de las cosas buenas de la vida en común. Es muy triste constatar lo bajo que ha caído, con este “vuelco”, la cultura civil y económica de nuestros técnicos y funcionarios.

La estadística, noble arte de la vida social buena, siempre ha tenido en Italia una riquísima tradición humanista, porque era considerada parte integrante de la civilización, por usar una expresión de uno de los fundadores de la estadística moderna, el milanés Melchiorre Gioja. Por eso, hay que tratar de que el ISTAT promueva una protesta y de una acción a nivel europeo, a partir de sus raíces y de su propia historia. La estadística es el espejo de la cultura de un país, porque mide algo que ya de antemano conocemos y queremos “ver” en base a una civilización y a una idea de bien común. Aquellos que hoy quieren introducir esta modificación en el PI están diciendo que ya no hay diferencia de naturaleza entre un empresario que produce y paga los impuestos y un empresario mafioso; entre los que contratan y los que dan trabajo en negro; entre los que respetan la ley los que la niegan. Esta noticia reniega de siglos de tradición y de estadística humanista y ofende a los que trabajan y viven en la legalidad. Y así seguimos humillando la honradez y la virtud y poniéndonos al servicio de los  deshonestos, dándoles dignidad civil y económica. ¿Hasta cuándo y hasta dónde queremos seguir por este camino?

 


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