Peligroso correo electrónico

Peligroso correo electrónico

Editorial

Luigino Bruni
publicado en Città Nuova N.08/2009

Los emails están contribuyendo, y no poco, al deterioro de las relaciones interpersonales. Para cosas poco importantes los emails son un invento espléndido (información, comunicación, envío de documentos, etc.), pero para mantener relaciones más significativas, sobre todo en el trabajo, los emails se están revelando como un instrumento muy peligroso, sobre todo cuando recurrimos al email para resolver problemas.

Personalmente no recuerdo haber resuelto nunca un problema con un email. Suele ocurrir que cuando alguien nos escribe un email para señalarnos un problema o para expresar una protesta, casi siempre lo interpretamos peyorativamente. Normalmente ese email va seguido de una o varias respuestas que casi siempre empeoran aun más la situación.

¿Por qué? Por varios motivos. En primer lugar, la inversión (de tiempo, por ejemplo) necesaria para escribir y enviar un email es muy baja, en comparación con la vieja carta en papel. La tendencia es a ser cada vez más rápidos y a prestar menor atención a los adjetivos y adverbios de los que depende mucho el tono afectivo de cualquier comunicación.

En segundo lugar, cuando escribimos un email decimos cosas para desahogarnos que nunca diríamos en una relación cara a cara – tanto es así que cuando después nos encontramos en el pasillo con el destinatario de uno de estos emails muchas veces nos ruborizamos arrepentidos de haberlo enviado.
Además los emails los leemos en solitario, delante de un PC, en un ambiente que no siempre es positivo.

Algunos consejos prácticos:

  1. Cuando se escribe un email de reacción ante un problema o de protesta, no enviarlo nunca si haberlo leído antes un par de veces;
  2. No enviarlo inmediatamente después de escribirlo, dejar pasar algunas horas; seguro que el enfado y la intransigencia habrán disminuido;
  3. Puesto que sabemos que la interpretación del lector tiende a ser peyorativa, hagamos que las atenciones y precauciones sean abundantes;
  4. No usar el email cuando hay un problema con una persona; siempre es mejor llamar a la puerta y reunirse con el otro, posiblemente fijando una cita de antemano para prepararse recíprocamente. Es cierto que el coste inicial y el riesgo ante un encuentro personal es mayor que el del email, pero el resultado en términos relacionales es infinitamente mayor;
  5. Por último, si queremos escribir algo importante a alguien, olvidémonos del email, tomemos el bolígrafo, compremos un sello, vayamos al correo y escribamos una bonita carta. Ese coste será una inversión en una relación.

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