Crisis económica y ojos de resurrección

Crisis económica y ojos de resurrección

En el sistema económico que hemos producido durante este último siglo, algo está claramente muriendo y algo nuevo asoma por el horizonte.

por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n.7/2012 del 10/4/2012

Ragazzi_al_lavoro_ridLa economía tiene una enorme necesidad de resurrección. Toda resurrección es precedida y preparada por una crisis, por un cambio. No se puede resucitar sin haber muerto antes de algún modo. En el sistema económico que hemos producido durante este último siglo, algo está claramente muriendo y algo nuevo asoma por el horizonte. Pero es necesario tener “ojos de resurrección” para poder verlo y reconocerlo como lo que verdaderamente es: el alba de un nuevo día.

Si tuviéramos ojos de resurrección veríamos, por ejemplo, que Italia y el mundo siguen adelante a pesar de las crisis y las muertes de nuestro tiempo, porque la mayor parte de las personas buscan el bien y lo realizan en la familia, en el trabajo, en las instituciones públicas y siguen realizándolo a pesar de todo. Claro que hay tramposos y malvados, pero son muchos menos de lo que la cultura dominante nos hace creer porque ve mal el mundo.

Veríamos también a muchos empresarios que aprecian y respetan a sus trabajadores y que, lejos de considerarlos como un coste, los ven como recursos valiosos y socios esenciales para la vida y el desarrollo de sus empresas. También veríamos a muchos trabajadores que trabajan bien porque están convencidos de que el trabajo hay que hacerlo bien con independencia del dinero que se recibe por él y que, por ello, trabajan bien incluso cuando no se les controla, ni se les castiga ni se les aplaude.

Veríamos toda la economía civil, social, ética, justa, de comunión, que, al igual que la sal, da sabor a la masa y, al igual que la levadura, no deja que el pan de nuestros mercados sea ácimo. Pero para poder ver el bien que ya existe en la vida civil y económica, hay que ver las cosas y pensarlas desde una cultura de la resurrección, que sepa ver lo que la cultura que está muriendo hoy no es todavía capaz de ver.

Hoy necesitamos personas que sepan ver y reconocer los signos de vida nueva que están realmente presentes en nuestra vida diaria y no sólo los que imaginamos o soñamos. Esta es una forma elevada de caridad civil y, cuando falta, el mundo se convierte en un lugar triste y gris. Cuando es de noche, necesitamos centinelas de la aurora que anuncien la resurrección que todos anhelamos pero no reconocemos, tal vez porque no escuchamos con atención la voz de quien nos llama por nuestro nombre en los jardines de nuestras ciudades.

Necesitamos que sea Pascua en nuestro trabajo; necesitamos dejar de ver el trabajo como un problema para redescubrirlo como una responsabilidad y un trozo de vida. El trabajo humano en las últimas décadas ha sido marginado por un modelo económico centrado en las finanzas especulativas, que prometía riqueza sin trabajo y sin trabajadores y que por ello ha implosionado.

Nunca saldremos de esta crisis sin una resurrección del mundo del trabajo y de los trabajadores. Sobre todo de los jóvenes, que tienen derecho a una cultura de la vida, de la esperanza, de la confianza. Si no hay Pascua para los jóvenes, no puede haber verdadera Pascua para nadie.


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