Marchionne no ha hablado de ellas pero son fundamentales para los distintos componentes de la empresa.
por Luigino Bruni
publicado en Cittanuova.it el 27/08/2010
Decir que hoy Italia y en general la civilización occidental necesitan un nuevo “pacto social” está fuera de dudas. Lo fundamental es el contenido, qué partes intervienen, qué autoridades harán que se respete, etc. En relación con el discurso de Marchionne, hay algunos puntos sobre los que es imposible no estar de acuerdo. En particular, es innegable que en una economía cada vez más globalizada hay que revisar las relaciones industriales y, más en general, la relación entre capital y trabajo desde un punto de vista menos ideológico del que se ha aplicado en las últimas décadas, sobre todo en Italia. En estos tiempos de crisis es necesario que entre los distintos componentes de la empresa prevalezcan las razones de la cooperación sobre las de la competición o el conflicto, porque únicamente cooperando es como se consigue crecer en el contexto mundial (como muchos países de Asia llevan años enseñándonos).
Pero para que la cooperación sea de algún modo genuina e intrínseca (y no sólo oportunista e instrumental), hacen falta algunas pre-condiciones, de las que Marchionne no ha hablado. La primera consiste en reconsiderar la redistribución de la riqueza y la naturaleza de los beneficios. Uno de los capítulos del nuevo pacto social deberá necesariamente definir, tras un oportuno y serio debate (que no veo que se esté produciendo), las líneas maestras del reparto de la riqueza que produce la nueva economía, cuyos únicos destinatarios no pueden ser los accionistas y los directivos.
Hay que tomar más en serio a los trabajadores, que tienen que sentirse cada vez menos “dependientes” y más protagonistas y corresponsables de la vida y la suerte de sus empresas. Por su parte los empresarios no pueden seguir considerando el trabajo humano como un “coste de producción” que reduce los beneficios.
En todo caso, mientras el sueldo de Marchionne sea cientos de veces superior al de los trabajadores de Fiat, su discurso sobre el pacto social seguirá siendo percibido por el mundo del trabajo como abstracto o tal vez retórico. Claro que hace falta un nuevo pacto, pero sobre todo hace falta una nueva reflexión sobre el capitalismo, sobre la empresa y sobre los beneficios, si queremos dar contenido a ese nuevo pacto y cargar de futuro las palabras, por más que denuncien un problema real y sean sugerentes y cultas.