La experiencia franciscana de la Economía de Comunión

En Trento, a partir de la valerosa visión de Chiara Lubich, surgió una realidad que abraza todas las religiones y pone en el centro la acogida, la gratuidad y la atención a los pobres

Luigino Bruni

Publicado en: pdf La Rivista Popolare n.16 (54 KB) , Enero 2015

Chiara Lubich, fundadora y presidenta del Movimiento de los  FoChiara Lubich 05colares, lanzó a principios de los años 90 en Brasil el proyecto Economía de Comunión (EdC), pidiendo a los empresarios que se ocuparan directamente de la pobreza que había a su alrededor. Veintitrés años después, más de un millar de empresas de muchos países del mundo y cientos de miles de ciudadanos forman parte de esta realidad de la EdC, que lleva a cabo muchos proyectos de desarrollo y apoya el estudio de los jóvenes. Todas estas personas se comprometen, de distintas formas, a vivir y contar una economía distinta, centrada en los principios de reciprocidad, gratuidad y justicia. La experiencia y las ideas de la Economía de Comunión están también en la base de lo que se conoce como “economía civil”, un archipiélago de ideas y prácticas cada vez más extendido, no sólo en Italia.

La Economía de Comunión es una buena ventana desde la que observar el Movimiento de los Focolares, uno de los movimientos eclesiales más antiguos, que nació en el seno de la Iglesia Católica en Trento, en 1943. Cuando Chiara Lubich comenzó su aventura espiritual junto con algunas compañeras, el aspecto social y económico inmediatamente tuvo un papel central. Cuando se habla de aquellos primeros tiempos, no se habla tanto de oraciones o funciones religiosas como de la comunión de bienes en la primera comunidad del movimiento, que durante la guerra (que fue especialmente destructiva en Trento, debido a su situación a lo largo del Brennero) convirtió a los primeros “focolares” (las casas de las “focolarinas”) en centros de recogida y clasificación de bienes, ropa y alimentos. La fraternidad, que hoy es una de las categorías que se asocian al pensamiento político de los Focolares, se convirtió antes que nada en experiencia económica y social.

Un pobre, una focolarina": Así describía Chiara las comidas que se hacían en su casa en aquellos primeros tiempos. A los pobres se les invitaba a comer junto con todos. No se creó un comedor popular “para” los pobres. La inclusión comunitaria de los pobres fue un presagio de la “inclusión productiva” que está en el corazón de la Economía de Comunión de hoy.

Chiara era una terciaria franciscana (su nombre de pila era Silvia). Esa atención a los pobres y a la dimensión económica fue sin duda una herencia franciscana. No olvidemos que, partiendo de la pobreza elegida, el movimiento franciscano dio origen durante el Humanismo a los primeros bancos populares modernos, los Montes de Piedad.

Maria Voce Papa FrancescoEl Movimiento nace como una gran corriente de amor evangélico, como una vuelta a la palabra vivida por los laicos y las mujeres (al principio todas eran muchachas jóvenes), como un anticipo de la espiritualidad del Vaticano II. El evangelio se puede vivir y no sólo meditar.

A Chiara, durante un bombardeo, le impresionó sobre todo una palabra del evangelio: "el testamento de Jesús", el pasaje de Juan donde Cristo le pide al Padre: "Que todos sean uno”. La unidad, a todos los niveles y en todos los ámbitos, se convirtió inmediatamente en el lema y la misión del Movimiento. Por eso, a lo largo de los años, el trabajo por la unidad se ha desarrollado en todas las direcciones: ecuménica, interreligiosa, con personas de convicciones no religiosas. Uno de los rasgos más originales e innovadores de los Focolares es la presencia como miembros efectivos de personas de muchas denominaciones cristianas, musulmanes, judíos, hindúes, budistas… Cuando hace unos años visité Argelia me llamó mucho la atención que allí el 90% de los focolarinos eran musulmanes.

Este movimiento, que nació en el corazón de la iglesia católica (en Trento), con el paso de los años traspasó sus fronteras, acogiendo a personas de todas las creencias. Los “carismas” (entendidos en sentido propio, como charis: gracia, gratuidad) siempre van más allá de las fronteras de las instituciones.

Hoy el Movimiento de los Focolares está presente en todos los continentes. En los años 50 llegó a Sudamérica y después a Norteamérica. En los años 60 al Este de Europa y a Rusia y después a Asia y Australia. Hace 50 años llegó a África, continente donde hoy está viviendo una de sus primaveras. Está comprometido en todos los “diálogos por la unidad”, con una especial dedicación a los jóvenes y al compromiso social, político y económico. Las personas activa y seriamente comprometidas se cuentan por cientos de miles.

Chiara Lubich murió el 14 de marzo de 2008, a la edad de 88 años. La sustituyó como Presidenta del Movimiento Maria Voce, una italiana recientemente reelegida para un segundo mandato. Según los estatutos, la presidenta del Movimiento siempre será una mujer, para poner de relieve la dimensión mariana del movimiento, cuyo nombre eclesial, no por casualidad, es Obra de María.

¿Cuál es el significado para la sociedad actual de un Movimiento como el de los Focolares?

Los movimientos espirituales a lo largo de la historia han desempeñado siempre el papel de renovadores en distintos ámbitos. El gran teólogo Hans Urs Von Balthasar describía a la Iglesia en sus obras como una dinámica entre el principio “institucional” y el principio “carismático”. La Iglesia institución pone de relieve la jerarquía, la tradición, los sacramentos. La Iglesia carisma pone el acento en la profecía y el primado del amor. La historia de la Iglesia ha sido y es la historia de los papas y obispos, pero también la historia de Benito, Francisco, Bernardo de Chiaravalle, Teresa de Ávila, Francisco de Sales, Juan Bosco, Francesca Cabrini, Teresa de Calcuta, ChiaMaria Voce 05ra Lubich. Pero la dinámica carisma/institución supera la mera dimensión religiosa. También la vida civil es un juego, una dialéctica, entre instituciones y carismas. Los carismas innovan y las instituciones siguen y universalizan las innovaciones. Ciertamente seríamos civilmente mucho más pobres sin las innovaciones humanas y sociales de muchos cooperadores, de Gandhi, de Martin Luther King, de Doroty Day, de Don Oreste Benzi. Los carismas son los que desplazan hacia delante los "límites de la humanidad", porque ven antes que las instituciones y de forma distinta. También el Movimiento de los Focolares está innovando hoy en ámbitos decisivos de la humanidad, dentro y fuera de las fronteras de las iglesias y las religiones. Chiara hizo de mediadora en los contactos entre Pablo VI y el patriarca ortodoxo Atenágoras, habló en la mezquita de MalcomX en New York, fue proclamada Mafua (reina) por el pueblo Bangua en Camerún. Y lanzó la Economía de Comunión e impulsó la Economía Civil.

Los carismas expresan gratuidad. Hay muchas, muchísimas, empresas y proyectos económicos que nacen por el beneficio y no por ello son buenos y útiles. Pero hay otros que nacen de una vocación al bien común, de carismas que no tienen otra finalidad que la de elevar la temperatura humana en el mundo.

La Economía de Comunión es una realidad muy pequeña si se mide en términos de facturación y de impacto en el PIB, pero el valor de los procesos sociales se mide por su capacidad transformadora. Como la sal y la levadura, que no son relevantes por su peso sino por su sabor y su principio activo. Si hoy en muchas universidades se habla de felicidad pública, de gratuidad, de economía civil, es también gracias a la pequeña Economía de Comunión que nació de una mujer trentina, que no era experta en economía sino en humanidad y espiritualidad, de ese “espíritu” que nuestro capitalismo actual necesita con urgencia.

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