por Fabio Poles
publicado el 11 de octubre de 2009 en Gente Veneta, n. 39/2009
«No son las encíclicas, como tales, las que cambian la historia ni la vida de las personas. Cambian la historia si se escriben con la sangre de los mártires. Es el testimonio de quienes la ponen en práctica el que hace que la fuerza de una encíclica pueda ser una fuerza de transformación de la historia ». Así comenzaba el martes pasado Luigino Bruni, profesor de economía en la Universidad Bicocca de Milán, invitado a inaugurar en el Laurentianum de Mestre, con una comentario a la nueva encíclica de Benedicto XVI “Caritas in Veritate”, el vigésimo curso de la Escuela de Formación en el Compromiso Social y Político del Patriarcado de Venecia. Había unas cien personas presentes, entre las que se encontraba Mons. Beniamino Pizziol, obispo auxiliar de Venecia, que entregó los diplomas finales a veinte estudiantes del último bienio.
«Siempre es la vida el banco de pruebas, la lección más grande. Y este documento da la palabra a quienes escriben la historia con sangre » añadió Bruni. «Una bonita definición de la “Caritas in Veritate”, podría ser la de “amar de verdad”. La palabra latina caritas contiene, en efecto, los conceptos de gratuidad, fraternidad y don. Así entendida, la caritas es una fuerza de transformación que actúa en las personas y les permite comprometerse también en el ámbito económico y social ». De este modo se recupera en la economía la centralidad de la persona, que «con sus actos da vida a las instituciones. Las instituciones nacen de las personas, pero después adquieren una vida propia que a veces es necesario cambiar. Igual que las instituciones buenas dan vida a estructuras de gracia, las malas originan estructuras de pecado ».
Al comentar el tema de la “gratuidad”, que ocupa un puesto central en la nueva encíclica, Bruni dijo: «Gratuidad no es igual a gratis. Significa añadir algo más, en términos de atención al otro y de deseo de hacer las cosas bien, que no tiene precio en la relación de intercambio. Si hubieran llevado dentro un poco de gratuidad, las paredes de Messina y de L’Aquila no se habrían caído ».
La gratuidad debe convivir con el deber y por eso puede tener espacio también en los contratos, porque es un “trascendental”, como la belleza, la bondad y la justicia. ¿Y la fraternidad, otro punto importante de la nueva encíclica? «Te hace vivir con más alegría, pero también te hace sufrir más, porque te expone a la presencia de los otros, que siempre implica la posibilidad de que te hagan daño, de que te hieran. Por eso la gratuidad no le gusta a la economía. Prefiere la filantropía, que te permite ser solidario con un africano que se muere de hambre pero no te exige tenerlo a tu lado, no te expone a su presencia » siguió diciendo el estudioso, que concluyó con estas palabras: «La “Caritas in Veritate” es una carta para todos los hombres, no sólo para los creyentes. La apuesta auténtica, más allá de la fe, es reconocer que en toda persona hay una vocación a la gratuidad, a la fraternidad y al don. Al final, aunque oculto tal vez bajo una espesa coraza, el otro es siempre un aliado, porque todo ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios ».