Reforma universitaria: llevar la didáctica de nuevo al centro

Editorial

por Luigino Bruni

publicado en el semanario Vita del 10 de diciembre de 2010

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Vista en su conjunto y sobre todo en comparación con la parálisis y la confusión en las que lleva años sumida la universidad italiana, la reforma Gelmini es un acontecimiento importante que introduce muchos elementos innovadores y positivos: sobre todo el énfasis en la calidad, en la evaluación del desempeño de los profesores y en una mayor eficiencia del sistema en su conjunto. Pero hay algunas cuestiones de fondo sobre las que es necesario reflexionar un poco más.

Un punto fundamental que hay que poner de relieve es el siguiente: las universidades no son solo, ni siquiera principalmente, centros de investigación o comunidades académicas; siguen siendo sobre todo escuelas, es decir comunidades de profesores, alumnos y personal administrativo, personas.

La reforma actual, que pone, como es natural, un énfasis mayor en las publicaciones de alta calidad científica de los profesores en orden a su carrera y a su salario, puede distraer a estas comunidades académicas de la didáctica y de la relación entre profesores y alumnos.

Un profesor universitario está llamado a desempeñar varias funciones, especialmente tres: didáctica (clases, tesis, recibir estudiantes), actividades organizativas (reuniones, consejos, comisiones …) e investigación (publicaciones, congresos, seminarios, experimentos, recogida de datos). Al leer el texto de la reforma y los debates que la acompañan, surge con fuerza la idea de que casi toda la atención se concentra, en la práctica, en la tercera función, puesto que en Italia, sobre todo en algunas disciplinas, se había dejado este aspecto un poco de lado. Pero hay algunos peligros latentes. En la vida académica actual los incentivos para investigar son ya mucho más altos que los que se destinan a mejorar la didáctica. Ganar un concurso de profesor ordinario, por ejemplo, depende totalmente de las publicaciones y nada de la calidad de la didáctica o de la relación con los estudiantes.

Se podría objetar que esta reforma da mucha importancia a la evaluación de la calidad de la didáctica, en base a la cual se asignará una parte de los recursos a los distintos centros. Pero el problema está en el sistema de incentivos y en su compatibilidad: los profesores tienen incentivos individuales fuertes para preferir la investigación, mientras que el incentivo para mejorar la calida de la didáctica es para el centro. El mayor problema es cómo alinear estos dos incentivos divergentes.

La investigación es importante, pero la didáctica no lo es menos, ya que expresa, tal vez mejor que la investigación, la naturaleza comunitaria y relacional de toda escuela y nos recuerda el pacto formativo que está en la base de toda escuela, aunque sea universitaria. Sería muy triste que con todo este énfasis en el mérito y la meritocracia, nos olvidáramos de un componente nada secundario para nuestras universidades del mañana: los estudiantes.

 

ver artículo original (italiano)


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