La Economy of Francesco no va a parar: el pacto con los jóvenes ahora es un testamento

La Economy of Francesco no va a parar: el pacto con los jóvenes ahora es un testamento

«Ellos creen realmente en el bien, son puros» mientras que los grandes son demasiado seguros y poderosos, son «inconvertibles». Desde entonces, miles de personas en todo el mundo se pusieron en marcha con iniciativas concretas bajo el signo de la inclusión.

Luigino Bruni

publicado en Avvenire el 24/04/2025

El Papa Francisco deja muchas herencias espirituales y éticas. Una tiene que ver directamente con la economía, y por ende, con la Doctrina Social de la Iglesia, que Francisco cambió y enriqueció. Tuve un primer encuentro con él en el Vaticano, en la Pontificia Accademia per le Scienze Sociali, en ocasión de la Cumbre "Bien común global. Por una economía cada vez más inclusiva”, el 11 y 12 de julio del 2014. Un encuentro buscado por él, convocando personalmente a algunas de las máximas autoridades en la economía mundial, banqueros centrales, el premio Nobel Yunus, importantes financieros, grandes economistas… Yo estuve entre los inspiradores de aquel encuentro, con Stefano Zamagni, Leonardo Becchetti y otros colegas. Había hablado con él durante el almuerzo. Francisco escuchaba a todos en profundidad. Había hablado, manteniendo la escucha, durante dos horas. Dijo pocas palabras, y usó una de sus potentes imágenes, la del alambique, para expresar el concepto, complicado, del reduccionismo antropológico de la economía oficial: en la economía de hoy entra el vino (el hombre real) y sale la grappa (el homo oeconomicus).

Ya ese primer encuentro nos dijo a todos qué tan importante eran la economía y las finanzas para Francisco y para su visión de la Iglesia. Me impresionó un aspecto del que hablé en una entrevista, y que me acompañó como una constante en todos estos años con Francisco: su elección del punto de vista desde el cual mirar al capitalismo. Él quiso para sí mismo el lugar de Lázaro en la parábola del evangelio de Luca, debajo de la mesa del rico epulón, con los perros. Y desde ahí, fiel a su puesto de vigía, vio durante estos años otro paisaje, muy distinto al que ven los que se sientan – como la mayoría de los observadores – al lado del rico epulón. Ha mirado la mesa de los ricos desde abajo, y vio cosas diferentes, nos hizo ver cosas diferentes, y sorprendentes. Y nos ha invitado a cambiar el mundo, aprendiendo antes a mirarlo desde la buena perspectiva.

Desde ese primer encuentro en 2014 volví a encontrarlo cuatro años después, el 2 de junio del 2018. Y ahí hablamos de algo que pronto se convertiría en The Economy of Francesco. En esos cuatro años habían cambiado algunas cosas en el mundo, en Francisco, en mí. Estaba el Sínodo sobre los jóvenes. Y esta es la gran novedad, decisiva, con respecto a lo que fue ‘cumbre de grandes’ del 2014: la idea, la inspiración deberíamos decir hoy, fue la de convocar una ‘cumbre de pequeños’, de jóvenes economistas, chicos y chicas comprometidos en reanimar la economía; fue la inspiracion de reunir en Asís, en el nombre y en la ciudad de Francisco, a jóvenes que quieren cambiar el mundo cambiando la economía, a jóvenes que sienten una vocación, un llamado interior a hacerlo. Y nació ese movimiento de economistas, empresarios, empresarias y agentes de cambio que quiso darse el nombre de Francisco: La economía de Francisco – incluso si el Papa se mostró incómodo inmediatamente por un nombre que lo involucraba demasiado, y siempre nos remitió al otro Francisco: una incomodidad que ahora, en el cielo, ya no tendrá.

Los jóvenes eran la gran novedad, y el gran secreto. Tanto que ya no se hablaba de aquella cumbre de grandes del 2014, solo hay rastros en las crónicas, mientras que de The Economy of Francesco se habla desde hace seis años, y se hablará cada vez más. Los jóvenes son proceso, son el proceso por excelencia. Cuando un joven se pone en marcha nadie sabe lo que podrá pasar hoy o mañana. “Hagamos algo por la economía, en Asís, no en Roma. Pero hagámoslo con los jóvenes”. Porque, agregó en esa audiencia privada, “los grandes economistas son inconvertibles”, son demasiado seguros y demasiado poderosos para cambiar. “Los jóvenes no”, concluyó, “ellos creen realmente en el bien, son puros. Voy a ir a Asís, pero no quiero ver a nadie con más de 35 años”.

Un mandato fuerte, que será su carta de convocatoria del 1ero de mayo del 2019. Lo ayudamos con el Obispo Sorrentino, Francesca di Maolo del Serafico, Maria Gaglione y con miles de jóvenes de todo el mundo. Luego vino el covid, y de un evento en Asís nació un proceso online global; la muerte del congreso previsto para el 22 de marzo de 2020 dio vida al Movimiento the Economy of Francesco. Un céntuplo, un don multiplicado por cien, para tantos y tantas jóvenes del mundo, católicos, de otros credos, no creyentes, que gracias a ese don se volvieron mejores, y lo serán cada vez más, y con ellos la economía y las empresas.

Más de tres años después de su carta, Francisco llegó a Asís en persona. En silla de ruedas, pero vino, porque quería venir. Cuando me vio, yo emocionado como todos, no dije nada, me miró, como otras veces, como diciendo: ‘cumplí con la promesa, aquí estoy, por los jóvenes’. Y cuando al final de dos horas, que quedarán entre las imágenes del paraíso de mi vida que llevaré en mi retina cuando abrace al ángel de la muerte, Francisco dejó el escenario de Asís rengueando y de espaldas, lo que para nosotros que estábamos allí era un mensaje claro: ‘yo hice mi parte, empecé el proceso: ahora depende de ustedes continuar’. El mismo mensaje que escuchamos el 21 de abril, cuando otra vez conmovidos, pero de otro modo, supimos que había muerto.

Ahora para la EoF es tiempo de luto. Pero también es tiempo de otra alegría, triste, apagada, profunda, delicada. Esa que nace de la gratitud por haber encontrado a un hombre grande y pequeño a la vez, verdadero compañero de los pobres de Asís, y por la certeza de que nos espera una aventura todavía más emocionante: la de intentar no desperdiciar su herencia, y hacer que la semilla que él ha lanzado, y protegido, en el corazón de tantos jóvenes se convierta en árbol, en bosque. Y ayudar así a realizar la economía del evangelio que Francisco quería de todo corazón. Aquel pacto que firmó con los jóvenes en Asís ahora se ha convertido en testamento.


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