La propuesta del economista Bruni: un impuesto del 0,05% sobre las transacciones financieras para ayudar a los países en vías de desarrollo
por Sara Fornaro
publicado en cittanuova.it el 29/10/2010
Un impuesto del 0,05% sobre las transacciones financieras especulativas para financiar proyectos de microfinanzas en los países en vías de desarrollo. Es una de las propuestas que contiene el llamamiento que Luigino Bruni, profesor de la Universidad Bicocca de Milán y vicedirector de Econometica, Centro Universitario de Investigación sobre ética empresarial, está lanzando estos días junto a los economistas Leonardo Becchetti, Gustavo Piga, Lorenzo Sacconi, Francesco Silva y Stefano Zamagni. El FIT (Impuesto sobre las Transacciones Financieras) tendría una doble ventaja: dar un mínimo de regulación al mercado financiero y recoger fondos para alcanzar los objetivos del milenio definidos por la ONU, así como para financiar bienes públicos globales. Es un proyecto que cada vez suscita mayor consenso, incluso entre los líderes de las principales potencias económicas, como por ejemplo el presidente francés Nicolas Sarkozy.
Teniendo en cuenta la frecuencia y proporción de las transacciones especulativas, mediante el FIT se conseguiría recaudar cada año hasta 200.000 millones de dólares. Para comprender el alcance de esta propuesta, solo hay que pensar que bastarían 30.000 millones de euros para garantizar la enseñanza primaria obligatoria en todo el mundo. «Con este impuesto sobre las transacciones financieras – puede leerse en el llamamiento – está en juego la medida de nuestra civilización y la posibilidad de que podamos seguir dándole ese nombre ».
Profesor Bruni, ¿en qué estado se encuentra el proyecto?
«Hemos recogido muchas adhesiones del mundo académico, económico y bancario. Muchas más de las que esperábamos. Por eso nos parece que es el momento adecuado para relanzar esta propuesta, con más ponderación y menos urgencia que hace dos años. Después de la propuesta lanzada en 2001 en Génova por el Movimiento de los Focolares, gracias también a la participación de las empresas del proyecto Economía de Comunión, ahora hemos entrado en una segunda fase, con una propuesta parecida pero más compartida, extendida y articulada. Yo creo que este es el camino por el que se debe avanzar ».
¿Hay algo en programa?
«Queremos volver a presentar el manifiesto de Génova, pero diez años después, en 2011 y en Brasil, con ocasión del 20º aniversario de la Economía de Comunión, como una propuesta concreta para lanzarla a escala mundial y con mayor énfasis. Ya no se trata solo de financiar gobiernos y organizaciones no gubernamentales. Hace falta impulsar la capitalización de miles de instituciones de microfinanzas que existen en los países en vías de desarrollo y nosotros, con la red mundial de las empresas de la Economía de Comunión, podemos apoyar este proyecto. Además, queremos lanzar un gran proyecto de intercambio entre profesores de todo el mundo, porque sin una educación de calidad no se puede salir de la miseria ».
¿Puede explicarnos mejor ese proyecto de intercambio?
«Se podrían fortalecer los vínculos entre las distintas instituciones académicas, que en los países en vías de desarrollo son muy frágiles, y financiar proyectos de intercambio con profesores extranjeros que podrían pasar determinado periodo de tiempo en sus centros ».
Una de vuestras propuestas es que los títulos del Tesoro no tengan impuestos, para no gravar excesivamente a los ciudadanos.
«El ahorro de las familias no debe estar sujeto a impuestos. Nosotros proponemos que se graven las finanzas especulativas, pero no se debe demonizar a todas las finanzas en general, porque son necesarias. No podemos olvidar que quienes las inventaron fueron los franciscanos en la Edad Media. El problema no está solo en recaudar dinero, sino en gastarlo bien. Las finanzas especulativas nunca se han parado, ni siquiera durante la crisis. Nunca ha quebrado: una mínima parte de organismos ha cerrado, pero otros se han reciclado de mil maneras. Basta pensar en el reciente escándalo protagonizado por un banco salvado con fondos públicos que sigue pagando incentivos enormes a sus directivos. Siempre será así, al menos mientras no haya un cambio institucional. No hay que cerrar todo, pero si queremos que las cosas funcionen, necesitamos un sistema de reglas y controles. Como ya hemos dicho, sin finanzas no hay sociedad buena ni economía buena, pero para tener una sociedad buena y una economía buena hace falta unas finanzas buenas, que requieren regulación por parte de los gobiernos y un nuevo protagonismo cívico por parte de la gente ».