El mercado no es únicamente capitalismo

«La crisis no surge solo de la avidez de los bancos y las finanzas, sino también de la avidez de los ahorradores». Habla Luigino Bruni

Gerolamo Fazzini
 entrevista publicada en el diario Avvenire del 30 de abril de 2009

«El modelo económico de las dos últimas décadas, basado en la especulación, es criticable».«Es urgente una política mundial que relance el consumo a nivel global, en los países africanos y asiáticos más que en los occidentales, que ya están hartos de consumismo»

Profesor de economía política en la Universidad de Milán – Bicocca y miembro del comité ético de Banca Etica, además de valorado ensayista, Lui¬gino Bruni es uno de los académicos más interesados en la relación que existe entre las dimensiones económica y social. Teóri¬co de la economía de comunión, promovida por el movimiento de los Focolares, Bruni responde a las preguntas de Avvenire desde Brasil, donde está participando en un encuentro nacional de empresarios vinculados al proyecto.

Para explicar las raíces profundas de la crisis económica actual, el papa Benedicto ha incomodado a muchos usando un término, tan fuerte como poco habitual, que es el de ‘codicia’ ¿Por qué?

«Porque estamos viendo los resultados que produce una economía y unas finanzas dejadas al albur de sus propias pulsiones. Es como si toda la socialidad se jugase únicamente en el registro del eros, sin referencia alguna a la philia y al agape con sus típicas instituciones. Metáforas aparte, detrás de la crisis actual hay una crisis moral de la que no escapan ni nuestra relación con los bienes ni nuestros estilos de vida. Es cierto que los bancos y las finanzas tienen una responsabilidad directa, pero las familias y los ahorradores “ávidos” tienen también una parte de responsabilidad cuando van al banco y le dicen: ‘haz lo que quieras con este dinero pero dame un interés más alto que el de las letras del tesoro’. No debemos olvidar nuestra responsabilidad como ahorradores. Por eso hay que recordar que aquí está en juego la ética, la confianza entendida como fides, que en latín significa ‘cuerda’, lo que mantiene unida a la sociedad.».

Varios economistas y políticos están diciendo que hay señales de una tímida recuperación, que se ve la luz al final del túnel y cosas por el estilo. ¿No tiene la impresión de que se quiere pasar página demasiado aprisa, evitando una lectura en profundidad de las causas de la crisis? ¿No nos estamos contentando con un maquillaje superficial mientras que haría falta una intervención quirúrgica?

«Estoy de acuerdo. Es probable que veamos alguna señal de recuperación del PIB en los próximos meses, pero esto no implica que salgamos de la crisis, si es cierto que esta es una crisis del ethos del mercado (que no por casualidad es el título de mi último libro). Se trata de una cultura que lleva dos años centrada en la immunitas y en el individuo. La relación personal con el otro es el gran mal que se quiso expulsar de la esfera pública. Hemos sustituido los bienes relacionales por protocolos, contratos e instrumentos que se han convertido en grandes mediaciones que impiden o dificultan el vínculo entre las acciones y las personas que sufren sus efectos. De esta crisis de relaciones humanas no se ve ninguna salida; más bien estamos al comienzo. La disminución de la felicidad en las sociedades occidentales no es más que una señal de esta crisis de relaciones y de sentido, de la que no se sale ganando unos puntos porcentuales del PIB. Pero si no curamos esta herida de nuestra cultura de mercado, las crisis como la que estamos atravesando, serán recurrentes y cada vez más graves».

¿Qué es lo que no funciona: el capitalismo o toda la economía de mercado?

«Hoy se tiende a confundir capitalismo y economía de mercado. Como la segunda no es discutible, tampoco se discute el capitalismo. Pero realmente la economía de mercado no coincide con el capitalismo; nace mucho antes y ha conocido distintas formas no capitalistas que han convivido con el capitalismo (por ejemplo el movimiento cooperativo) y sin duda le sobrevivirán. Si hoy queremos salvar la economía de mercado (gran herencia del humanismo cristiano medieval y moderno) tenemos que volver a criticar el modelo de capitalismo financiero que hemos construido sobre todo en las últimas dos o tres décadas. El mercado y las finanzas solo pueden ser lugares de civilización si están sujetos a una sistemática crítica civil y cultural».

Usted escribió hace algún tiempo en una revista misionera: «Esta crisis nos está diciendo dramáticamente que el ‘capitalismo financiero’ necesita un nuevo Bretton Woods que diseñe la nueva arquitectura del capitalismo de tercera generación. Esperemos que los nuevos acuerdos esta vez sean democráticos, que tomen seriamente en cuenta a Africa, Asia y Sudamérica ». Sin embargo, hoy no se sabe si hay mucha gente interesada en cambiar estas cosas. ¿No debería ser éste un tema relevante para el próximo G8?

«Por supuesto. Pero no creamos que los políticos y los jefes de gobierno puedan seguir siendo en solitario los protagonistas de esta nueva alianza mundial. Esta crisis nos dice también que la política ya no es capaz por sí sola de entender ni mucho menos de gestionar la crisis. Hoy sabemos que la suerte del capitalismo depende de millones de sujetos con distinto peso relativo, pero no hay ninguno (ni siquiera la FED) con un peso tan grande como para determinar por sí mismo la suerte del mundo ».

Cuál es el espacio que le queda entonces a la política?

«Lo que el  G8 (o, mejor aún, una 'cumbre glo¬bal' de geometría variable en función del tema tratado, sin número fijo) puede y en mi opinión debería hacer urgentemente es lanzar una política de reactivación del consumo a nivel mundial y global. En Europa y en Estados Unidos ya estamos hartos y entristecidos por el consumismo. Cosa bien distinta sería una política redistributiva mundial que ponga a millones de africanos y asiáticos en condiciones de tener una casa y otros bienes primarios. Este plan aumentaría el bienestar mundial a la vez que relanzaría la economía. Si la crisis es global, las recetas también tienen que ser globales y traspasar las fronteras nacionales. Pero para ello sería necesaria una visión política mundial de mundo unido, que hoy no se ve en el horizonte ».

El economista Yunus, fundador del  Grameen Bank, es aclamado como un nuevo gurú. Pero las finanzas actuales se guardan mucho de acudir a su escuela...

«Yunus siempre dice que el acceso al crédito es un derecho humano fundamental, ya que si no se satisface, las personas no logran realizar sus propios proyectos ni salir de las muchas trampas que tiene la miseria. Si esto es cierto, de ahí se deduce que la banca especuladora debería ser la excepción y no la regla, aunque no fuese más que porque los capitales que arriesga son de las familias».

Usted escribió hace tiempo que  «si esta crisis sirve para que nazca un nuevo pacto social planetario por una economía más ética, entonces será una felix culpa». ¿Le parece que de esta crisis está surgiendo algo nuevo o cree que no?

«Las crisis siempre tienen dos caras. Los sistemas económicos cambian cada vez que la parte humana supera a la económica. Tengo la fuerte impresión de que hoy estamos asistiendo a algo parecido: el individuo surgido de la revolución económica, industrial y cultural de la modernidad se está dando cuenta de que una economía y un mercado basados en intereses individuales y en la búsqueda del beneficio, que ‘consumen’ comunidad, bienes relacionales y ambientales, está produciendo habitats tristes en los que el ‘animal social hombre’ vive mal. Una vez más serán la sed de vida y el deseo de felicidad de las personas los que encuentren la solución a esta crisis y a este capitalismo ».


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