Entrevista a Luigino Bruni sobre el resultado del referéndum que marca la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea
Loredana Suma
Publicado en InTerris el 25/06/2016
En realidad, siempre han tenido un pie fuera, empezando por la moneda, la conducción por la izquierda e incluso el sistema métrico. Representan la quintaesencia de la antítesis: fueron los primeros en dar el voto a las mujeres, los primeros en llevar minifalda, los primeros en tener una red de alcantarillado, pero no hay nadie tan conservador como ellos. Mantienen sólidos vínculos con el ex imperio a través de la Commonwealth, una monarquía bien asentada en el trono, y organizan paradas militares y salvas de cañón cada tanto. La pregunta es: ¿se han sentido europeos alguna vez?
Fundamentalmente nunca han estado bajo el dominio de nadie y la independencia geográfica y mental está en su ADN. Ahora que salen de la escena de las diatribas europeas a sabiendas de que crearán un fuerte desequilibrio, hay que ver hasta qué punto la balanza de la historia está a su favor, puesto que la cuestión más espinosa es la financiera. La City mueve los hilos no sólo de la economía europea sino también de la de ultramar. Sin embargo, muchos ciudadanos van corriendo al banco a cambiar las esterlinas por euros. Probablemente una señal de que no todo cuadra es el hecho de que los votos decisivos han sido verdaderamente pocos.
Para profundizar en el caso Brexit, hemos entrevistado al profesor Luigino Bruni, economista e historiador del pensamiento económico, autor de numerosas publicaciones y actualmente profesor de Economía Política en la Universidad Lumsa de Roma.
Profesor Bruni, los ciudadanos británicos han decidido, aunque por un puñado de votos, salir de la UE. ¿Son verdaderamente conscientes de lo que eso comporta?
“Evidentemente no. En caso contrario, se hubieran quedado, ya que en esta operación sólo pueden salir perdiendo. Dentro de un año se verán las consecuencias, sobre todo para las clases medio-bajas, por supuesto no para los bancos de la City. Hoy es un día de luto, sobre todo para esa tradición liberal inglesa que al menos desde los tiempos de Hume y Smith le enseñó al mundo que la economía y la democracia no tienen buen futuro sin la apertura y la cooperación. Esta es una gran involución, una opción anacrónica y nostálgica de un imperio que ya no existe. Inglaterra está haciendo lo mismo que hizo Venecia en el siglo XVI cuando, en lugar de entender que el mundo había cambiado y que el eje se estaba desplazando fuera del Mediterráneo, siguió mirando hacia atrás, a las antiguas glorias, y no promovió una gran unificación de las ciudades italianas. Así comenzó su imparable declive”.
¿La amenaza de una debacle para la macroeconomía europea es real?
““Europa debería resistir bien esta crisis. El mayor riesgo es para la propia Gran Bretaña, que será mucho más vulnerable y se verá expuesta a las grandes especulaciones internacionales, que ya han comenzado. No hay más que ver lo que está sucediendo con todas las bolsas del mundo y con la libra esterlina que no se cotizaba tan baja desde hace 30 años”.
¿Qué puede esperar la microeconomía, el ciudadano corriente, el hombre de la calle?
“Si es inglés y trabajador por cuenta ajena, de la working class, no debe esperar tiempos felices, porque el paraíso fiscal en que se está convirtiendo cada vez más Inglaterra atraerá fondos de inversión cuyos beneficios no serán ciertamente para los pobres. Toda esta operación tiene dos grandes motores: la City y las “vísceras”; la City ya no quiere vínculos con Europa en términos de especulación financiera y quiere transformarse cada vez más en un Panamá de perfil alto. Después están las “vísceras” de los ingleses, sobre todo de los más mayores, que tienen miedo a los refugiados y a los emigrantes. Pero la avaricia y el miedo nunca han dado hijos inteligentes y buenos”.
El Brexit ha reavivado los sentimientos de independencia de Escocia e Irlanda del Norte. ¿Cree que esto podrá marcar un paso en esa dirección?
“Ciertamente las cosas se complican, y no es que no estuvieran ya complicadas, dentro del Reino Unido. Pero sobre todo se complica el escenario internacional y se tiran por la borda 70 años de esfuerzos en la construcción de la arquitectura europea, la sangre de muchos soldados ingleses que llenan los cementerios de toda Europa, las esperanzas de una Unión Europea que pudiera ser un modelo para África, para Sudamérica y para otros lugares”.
¿Qué impacto se espera en Italia? ¿El país está preparado para amortizar posibles repercusiones económicas?
“Es demasiado pronto para decirlo. Dependerá mucho de los escenarios europeos. En todo caso, no son días felices: hay mucha tristeza en aquellos que creen que la paz no está nunca garantizada y en un día se puede destruir todo lo construido en tres generaciones por lo menos. Los constructores de Babel y los constructores del arca de Noé siempre están unos al lado de otros. Hoy han ganado los albañiles de la torre de Babel”.
Aquellos que quieren ir a estudiar o a trabajar en Gran Bretaña desde la Comunidad Europea ¿deben esperar un giro de tuerca?
“Este escenario todavía no está claro. En cualquier caso, siempre ha sido difícil hacerlo, sobre todo en los últimos años cuando los estudiantes europeos comenzaron a pagar más de 10.000 libras al año por realizar cursos avanzados. El proceso de alejamiento de Gran Bretaña de Europa comenzó hace mucho. Si en este referéndum hubiera ganado el “remain”, paradójicamente hubiera podido marcar una inversión de tendencia y el comienzo de una nueva era. El 24 de junio de 2016 quedará como una de las fechas importantes de la historia europea y desgraciadamente no será recordada como una buena fecha por nadie, sobre todo por los ingleses”.